Técnica
Madera, resina, vidrio líquido e impresiones digitales sobre transparencias.
Soporte fibrofácil, vidrio líquido, acrílico y papel maché.
Randazzo, la poética del cuerpo y la obra de arte como huella.
Por Claudia Laudanno.
Hasta el 12 del corriente, se exhibe
Camino al océano, una individual de la artista rosarina Diana Randazzo en el porteño Centro Cultural Borges (Viamonte y San Martín), integrada en su mayoría por cuadros objetuales, dispuestos en forma serial. En ellos, se plantea la problemática de la obra de arte, como perpetuo fluir, a la vez, interno y externo.
Desde comienzos de los 90 y con una estética cercana a cierta abstracción magmática, de tono surrealista, Diana Randazzo viene investigando sobre la poética del cuerpo y la obra de arte como huella y marca de una inscripción. En esta individual, la imagen corporal de la artista aparece representada, en tanto sujeto-objeto de una acción. Por medio de ciertos dispositivos retóricos, que le permiten la hibridación de géneros artístico, Randazzo cuestiona el estatuto de la pintura, como pura representación ficcional.
Tales desvíos retóricos, a saber, la fragmentación, la ampliación de los recortes, el empleo de la foto-performance en microescala, el uso del cristal líquido como mácula aglutinante, la manipulación de la fotografía de base digital y el collage, exponen el tránsito interior y exterior del propio cuerpo, inscripto como alteridad. En este sentido, para la artista, la identidad está siempre en continuo devenir.
De allí, que sus conformaciones lacunares -muy similares a la configuración del órgano genital femenino-, actúan como metáforas de los fluidos internos -sangre menstrual, líquido amniótico, leche- y del espacio intrauterino.
Este último alberga minúsculas porciones de órganos vitales y zonas erógenas del cuerpo femenino: ojos, ombligos, corazones, úteros, junto a pequeñas imágenes de la propia artista, autorretratada por la instantaneidad fotográfica.
La huella de lo transitorio, de lo fugaz, se inscribe por dentro y fuera de las obras que integran el ciclo “Camino al océano”, para dar cuenta de una mirada detenida, tanto en el universo de lo macrocósmico,como de lo microcosmico. Así el cuerpo, real y simbólico, actúa como el correlato de una materia fluida que se vierte, se derrama, como textura blanda y gelatinosa, en cada una de las pinturas-objeto. Convertido en texto estético, el continente femenino, señala el lugar de una escisión con el entorno, planteando los límites y los excesos de la propia subjetividad.
Más allá de cuestiones de género y estereotipos sexuales, estas obras funcionan cono “figuras de la diferencia”. Ellas aluden a un discurso de lo femenino aggiornado, que se empeña en superar y des-dramatizar la oposición binaria hombre – mujer, propia del feminismo combativo de los 60 y los 70, sin dejar por ello, de anular especificidades.
Al mismo tiempo, Randazzo introduce e intercala cortes, agujeros, grietas, heridas y fisuras en la constitución matérica de sus obras. Estos “gestos” son marcas alegóricas de la inscripción y la disolución del propio cuerpo. ¿Es posible circunscribir la compleja esfera de lo femenino? En el arte actual, hecho por mujeres, se pueden individualizar determinados trazados de lectura, sustentados en una ética de lo próximo. En este sentido, la escritora Shoshana Felman sostiene en su ensayo titulado
Rereading Feminity (1981) que no se trata de “qué modelo imito, con qué estructura de alteridad me identifico, sino a qué estructura de alteridad me dirijo”.
(Extraído del periódico Rosario 12, suplemento de Página 12, 6/3/2001)