Técnica

Madera, resina, vidrio líquido e impresiones digitales sobre transparencias.

Máquinas barrocas inmersas en una especificidad espacial

En Recuento de mónadas, la actual instalación topo-específica que Diana Randazzo, presenta en las salas 1 y 2 del Centro Cultural Recoleta de Buenos Aires, los objetos específicos dispuestos por la artista nos llevan a recorrer un espacio de ascética fluidez, “leyendo” sus diversas estructuras y volumetrias, por medio de una experiencia física directa, que promueve la activación de los sentidos. Esta intensificación sensorial in crescendo, generada por Randazzo se transforma en un ejercicio de percepción y tránsito individual de detection, es decir, de búsqueda y hallazgo de pequeñas diferencias y modulaciones plásticas, por medio de la Inter.-coordinación de objetos y construcciones geométricas blancas, de apariencia atemporal, donde el orden de la materia resulta sometido a un movimiento a un movimiento infinito de pliegues, recortes e imbricaciones. Así, cada cuerpo en el espacio resulta infinitamente complejo, del mismo modo que en la tipificación monádica de Leibniz, el filósofo barroco por excelencia, para quien la materia misma era la más bella de todas máquinas posibles de la Naturaleza. En tal sentido la “geometría blanca” de base que utiliza Randazzo admite toda clase de alteraciones, anticipando incluso las modificaciones que operan en el interior de estos cuerpos, concebidos por la artista como esculturas arquitectónicas y objetos seriales transparentes, conformando estructuras abiertas y cerradas, algunos de ellos de indudable talante post-minimalista. Así, por ejemplo en la pieza Muestrario el blanqueo del espacio se traduce en un volumen compacto, rotundo, que alberga pequeños nichos, los cuales contiene cristalizaciones de vidrio líquido, acrílico y micro-fotografías digitalizadas, impresas en transparencias. En este punto, vale recordar que el sistema de la armonía preestablecida de Leibniz insistió en el carácter artificial de la Naturaleza: Dios podría haber concebido un Universo perfectamente simétrico, hecho de armonías y construído de acuerdo a objetos geométricos inmutables y eternos. Sin embargo, esta infinidad de mundos posibles, estaría regida por fundamentos diversos y aún contrapuestos. En tal sentido, la estrategia alegórica de Randazzo asume para sí tal principio: si la Naturaleza es máximamente barroca, cada obra se ofrece, simultáneamente, como un alambricado artilugio y un dispositivo constructivo netamente artificial. Entonces, en Recuento de mónadas, se subraya ese máximo de variedad, tanto de formas como de soportes e imágenes, inscriptas en finas láminas y superficies cristalinas, para dar cuenta de un universo estético diferencial y de la transparencia del mundo. Y más allá de ciertos paradigmas filosóficos, físicos y biológicos, un texto artístico, ante todo y, en este caso, una instalación compuesta por una serie de site specific objects, puede desencadenar un cúmulo de sensaciones y representaciones mentales, constitutivamente plurales y diversas entre sí.
Del fragmento al sueño de la totalidad, los signos espaciales, concretos y corporales, urdidos por la artista rosarina, en estos misteriosos artefactos, configuran verdaderos laberintos, mostrándonos que la más minúscula partícula material es un artificio extraordinariamente complejo. De tal suerte, una gota de agua contendrá miles de microorganismos vivos, todo un habitat, un mundo, si bien sólo podremos acceder a éste por medio de una mirada micrológica. Dicha agua exaltada, o alma del agua, según el testimonio de los ocultistas y alquimistas, disuelve los elementos primordiales, y no reenvía a otra cosa más que al “esperma universal”, es decir, al estado acuoso prenatal, como ilusión de vida líquida cristalizada y hecha cuerpo del arte. En consecuencia, en Recuento de mónadas todo fluye y se diluye en una suerte de maqueta del universo potencialmente infinita, compleja e inconmensurable.
Las “máquinas barrocas” de Randazzo son cuerpos abiertos a la luz, que susurran secretos por doquier, y se autoproducen ellas mismas como enigmas, en un discurso de sombras y contrapuntos de luces, transparencias, reflejos y luminosidades. Así, de las series Aparente estructura I y II, instaladas en el primer ámbito-cuyas paredes laterales están pintadas en un gris monocromo-, se accede luego, en el segundo recinto- tratado en este mismo valor acromático- al topos definido por el Muestrario, los Tubos de ensayo y el Eterno, mientras que colgando de todos los arcos de medio punto, ubicados a intervalos regulares  en ambas salas, se despliegan los objetos en campo expandido, que constituyen Género humano. Estas construcciones se ven compensadas con creces por la luminosidad, el brillo y los reflejos translúcidos, que emana desde distintos ángulos, en una delectación renovada de la mirada. Allí el resplandor fugaz es inmediatamente captado por los ojos del espectador. En efecto, los cuerpos blancos y transparentes, que integran esta site specific installation, se inundan bruscamente de luz, por medio de un doble mecanismo: en primer lugar, gracias a la acromía del blanco, presente en los volúmenes compactos, como es el caso de Muestrario, en segundo término, las estructuras se agitan por los temblores interiores de las transparencias que abrigan.
Sabido es que los signos artísticos no existen, a condición de la que los anteceda un soporte o sustrato material. Y la perfección no es otra cosa más que la cantidad de la realidad (de la forma o variedad) de las cosas que nos rodean. Es por ello, que los objetos y las construcciones alegóricas de Randazzo son la expresión de la ausencia de la unidad perdida. En tal sentido, o hay símbolo, es decir, unidad de lo sensible y lo suprasensible, o, en su defecto, hay alegoría, esto es, representación del devenir espacio-temporal. Entonces, en las actuales obras de Diana Randazzo el espacio deriva de la disolución y la fragmentación cristalina, a través de modelos de comportamiento específico. Y en este último aspecto, Recuento de mónadas presenta un tipo de especificidad espacial cargada de psicología, creando transiciones de la escultura arquitectónica al objeto y de éste a la instalación.

Claudia Laudanno

Doctora en Historia y Teoría del Arte
Por la Universidad de Buenos Aires (U.B.A)

DIANA RANDAZZO //// www.dianarandazzo.com.ar / obra@dianarandazzo.com.ar / Rosario, Santa Fe, Argentina.